La sensación que tengo es que ha pasado mucho tiempo desde el terremoto. De hecho, cada vez que nos situamos en el presente, es lo que ocurre, el tiempo se dilata. Ya no es más eso de "no me alcanza para nada el tiempo".
y si hay una experiencia que nos ha obligado a todos a situarnos en el AHORA en forma colectiva, ha sido precisamente esta.
Todos vivimos el terremoto de manera distinta. Para algunos, fue un vaivén interminable, pero no destructivo. Para otros, la destrucción total, de sus hogares, de sus familias y de sus sueños.
Y por supuesto, hemos visto también emerger la delicncuencia. Aquella ratonil, mezquina, que hemos visto en televisión, con personas que dicen buscar comida, pero que salen arrancando con lavadores y televisores de plasma. Lo vimos, a pesar de que muchos lo niegan.
La otra delincuencia tenía cuello y corbata y estaba oculta dentro de las paredes de los edificios y de modernas casas. En un país cuyas características exigen una construcción a prueba de terremotos, ver como algunos constructores inescrupulosos entregaron edificios "5 estrellas" a ilusos y esforzados compradores, es terrible. La frustración de las personas que recién comienzan a pagar sus dividendos y ya ven sus departamentos destruidos es tremenda, muy dolorosa.
Y aparentemente hay otra delincuencia. Digo aparentemente porque tal vez no se pueda probar siquiera que exista. Se llama haarp. Y si existe... entonces sería la peor de todas.
Pero a pesar de todo esto, nos pondremos de pie. Porque siempre lo hemos hecho. Y el mundo verá de lo que somos capaz, verán el tesón del ser humano, su bondad, su resilencia, su inmenso amor por la vida y seremos ejemplo de fortaleza para el mundo... y los mundos.
María Elena Sarmiento
Directora
Escuela El Castillo del Alma, que por cierto, resistió el embate.